Se decía que la generación Z iba a ser completamente nómada digital. Es decir, que en el futuro podrían trabajar conectados desde cualquier lugar, sus casas, bibliotecas, cafeterías o dando la vuelta al mundo en furgoneta. El COVID19 ha forzado el inicio de esta transformación a generaciones anteriores. El teletrabajo aunque sea de forma inducida ha entrado de golpe en nuestra cultura laboral y ha venido para quedarse. Supongo que esta tendencia viene reforzada porque muchas empresas han reflexionado sobre que si un empleado es igual de productivo remotamente, por qué no ahorrarse los costes asociados a que este empleado caliente un asiento en una oficina (además de las obvias razones de seguridad provocadas por la pandemia). Y voilà, estamos ante un escenario nuevo que afecta al mundo de la tecnología y al mundo inmobiliario.
Sí, afecta al mundo inmobiliario porque si trabajamos desde casa, las casas deben adaptarse física y tecnológicamente, porque si ya no trabajamos en la oficina las oficinas dejarán de tener el mismo uso y deberán adaptarse o buscar otros usos, porque si ya no vamos al trabajo se reducirán los desplazamientos y esto afectará al transporte, porque sin tanto movimiento no hará falta vivir cerca del trabajo y porque si todo lo anterior se cumple las ciudades ya nunca más serán como antes.
Si dentro de la población hay un mayor número de teletrabajadores que ya no van a las ciudades a trabajar, podrían vivir donde quisieran, esto podría repoblar otras zonas, disminuir la presión en las ciudades dándoles una forma nueva, lo que bajaría el precio de los activos inmobiliarios y revalorizaría otras zonas. Algo que también por otro lado, cae en contradicción con la preferencia de los millenial de vivir en entornos urbanos.
Los nuevos trabajadores podrían dividirse en tres grupos:
- Los que trabajarían a distancia pero necesitando un entorno estable, estableciendo una oficina en sus casas. Este grupo necesitará casas grandes, con espacios exteriores, creando dentro de sus viviendas un buen espacio de trabajo con una buena conexión y plataformas para trabajar. Este grupo priorizará vivir más lejos en un espacio más barato, a cambio de un trayecto más largo una o dos veces por semana.
- Los que trabajarían totalmente a distancia y prefieran moverse sin tener un espacio fijo, en una cafetería, en la biblioteca o en una caravana dando la vuelta al mundo. Este grupo necesitará espacios inteligentes y flexibles, servicios adaptables, datos abiertos, buena conexión, y entornos accesibles y eficientes.
- Por otro lado, habrá personas que deberán permanecer cerca de sus trabajos y por tanto seguirán concentradas en las ciudades e integradas socialmente, al contrario que los otros dos grupos se sentirán aún más atraídos por el centro de las ciudades, con servicios exclusivos y áreas especializadas. Algo así como un gran coliving.
Ahora mismo, si nos fijamos en las soluciones del ecosistema PropTech se concentran en las grandes ciudades, básicamente porque hasta el día de hoy es el lugar donde se concentran las personas y los inmuebles, por ende, también la inversión y la gran mayoría de necesidades que deben de ser resueltas a través de la tecnología, por ello, en estos nichos se garantiza la industria PropTech.
En el caso de que el teletrabajo se implemente de una forma más extensa y se consoliden los grupos 1 y 2 mencionados previamente, las empresas de PropTech deberían encontrar la rentabilidad en zonas menos concentradas, en mercados donde los márgenes podrían ser más ajustados y la incorporación a la innovación podría ser más lenta. Podría ser incluso que las empresas PropTech pudieran especializarse en zonas urbanas y zonas rurales.
Esta tendencia acelerada, puede ser un nicho específico del mundo tecnológico y del PropTech, que abre lugar al crecimiento y desarrollo de tecnologías como el 5G, el blockchain, la firma digital, las plataformas de trabajo en remoto, la implementación de la realidad virtual, las plataformas de colaboración en equipo, la gestión de CRM o la domotización de los espacios – IoT (aquí entramos en un mundo de posibilidades, sobre todo si las empresas comparten gastos con el empleado).
Pero el gran reto, bajo mi punto de vista, estaría en el aumento del interés en áreas más alejadas de las ciudades (más económicas y con mayor calidad de vida) que deberían de adaptarse a la transformación digital mientras baja la presión en las ciudades. Podría aumentar el interés en las viviendas modulares o el estilo de vida más nómada, que es estar conectado mientras uno viaja y descubre diferentes lugares. También deberían rediseñarse los servicios que a día de hoy se prestan a las personas que permanecen fijas en una ciudad y que con el tiempo ya no lo harán, como supermercados, gimnasios, bibliotecas, tendrán que reinventar su forma de dar servicio a un cliente que se mueve, que cada vez está más diferenciado y que quiere que sus compras y entregas lleguen más lejos. Hablando de las entregas, este cambio, es algo que quizá podrían replantear empresas como Mayordomo, que la semana pasada fue escogida por MIPIM PropTech Europe como la mejor startup.
Aunque sé que esto no es de hoy para mañana, que vamos a tardar un tiempo en adaptar todos estos cambios, está claro que la pandemia del COVID19 ha acelerado este proceso natural que habrían elegido las generaciones más jóvenes, hiper-conectándonos para poder estar físicamente más lejos, pero sin alejarnos de nuestros trabajos. Parece que el trabajo remoto transformará mucho más que los espacios físicos de las oficinas, y los salones de nuestras casas.
Innovadores del proptech, ¿hay oportunidades en este cambio de tendencia? Quizá es el momento de aprovecharlas!
Sheila Gracia
Directora de Servicios del Colectivo API en Cataluña